¿Has estado alguna vez en un webinar y al día siguiente no recordabas de qué coño hablaba?
Es como esas películas de Marvel.
Las ves, te entretienen durante 2 horas, sales del cine y ya no te acuerdas del argumento.
"¿De qué iba? Había un tío con superpoderes... y algo explotaba... creo."
Lo mismo pasa con los webinars.
"¿De qué hablaba? Era sobre marketing... o productividad... o algo de ventas... no sé."
¿Pero por qué pasa esto?
Tu cerebro no es tonto.
Sabe cuándo le están intentando lavar el coco.
Y cuando detecta que te están vendiendo algo, desconecta.
Es un mecanismo de defensa.
Como cuando tu madre te decía "tenemos que hablar".
Tu cerebro entra en modo supervivencia.
Los webinars normales funcionan así:
"Hoy os voy a enseñar los 5 secretos del marketing digital."
Tu cerebro: "Ok, esto puede estar bien."
"Pero antes, dejadme contaros mi historia..."
Tu cerebro: "Mmm, esto huele raro."
"Y como podéis ver en esta gráfica de mis resultados..."
Tu cerebro: "Alerta, alerta, nos están vendiendo algo."
"Y por eso he creado mi curso..."
Tu cerebro: "Modo avión activado."
A partir de ahí, ya no escuchas.
Estás físicamente presente pero mentalmente en Narnia.
Pero hay webinars diferentes.
Webinars que tu cerebro no detecta como "venta".
Webinars que realmente aportan valor.
Webinars que al terminar piensas: "Joder, esto ha sido útil de verdad."
Y curiosamente...
Esos son los que más venden.
¿Cuál es su secreto?
Te lo revelaré el viernes.
Junto con el principal problema que hace que el 95% de webinars sean un fracaso.
—Javi
P.D.: Este viernes.