Hey,
Abro LinkedIn.
Primer post:
"Hoy he cerrado el mayor contrato de mi carrera. Hace 5 años era camarero y ahora facturo 6 cifras. Todo es posible si crees en ti."
Segundo post:
"Reflexión de lunes: El éxito no se mide en dinero, se mide en impacto. Ayer ayudé a una anciana a cruzar la calle y me di cuenta de que..."
Tercer post:
"Mi hijo de 3 años me preguntó qué es el liderazgo y le dije..."
¿En serio?
¿Tu hijo de 3 años te pregunta sobre liderazgo?
¿O te lo has inventado para quedar como un gurú?
LinkedIn se ha convertido en el diario personal de gente que quiere impresionar a desconocidos.
Todo el mundo hablando de sí mismo.
De sus logros.
De sus reflexiones profundas.
De sus hijos filósofos.
Algunos incluso hablan de Lola Lolita.
Es como estar en una cena donde todos hablan a la vez y nadie escucha.
¿El resultado?
Nadie lee una mierda.
Porque la gente no entra en LinkedIn para saber cómo de genial eres.
Entra para aprender algo útil.
Para resolver un problema.
Para encontrar información que le sirva.
Pero la gente está ahí contando tu vida como si fueran el protagonista de una película de Netflix.
"Mi viaje emprendedor..."
A ver, colega.
A mí me importa una mierda tu viaje emprendedor.
Me importa si puedes ayudarme con el mío.
No me interesa lo que has aprendido.
Me interesa lo que puedo aprender yo.
No me importa por qué dejaste tu trabajo.
Me importa si me ayudas a mejorar el mío.
—Javi
P.D.: Esta semana te cuento por qué escribes como si fueras el centro del universo. Y cómo cambiarlo.