Hey,
El otro día escuché una conversación en un bar de Coruña que me hizo gracia.
Dos chicas que trabajan en las oficinas centrales de Inditex, hablando de coches:
"Me quiero comprar un MINI"
"Pero si están carísimos de segunda mano"
"Ya, pero es que mi culo no puede sentarse en otra cosa que no sea un MINI"
Casi escupo el café.
Pero luego pensé:
¿Cuántas decisiones así tomamos todos los días? (yo, incluido).
Porque seamos sinceros:
Un MINI es un Seat Ibiza con complejo de superioridad.
Pero aquí, en Coruña, es EL coche para ir a Inditex.
De hecho, en el parking de Inditex hay tantos MINIs que parece un concesionario.
Y no es porque sean coches especialmente buenos.
Ni especialmente prácticos.
Ni siquiera especialmente bonitos (no me matéis, fans del MINI).
¿Por qué?
Porque las decisiones no las toma tu cerebro racional.
Las toma tu cerebro primitivo.
El que dice:
"Necesito pertenecer" "Quiero que me vean" "Este coche dice algo sobre mí"
Y no es solo con los coches:
Algunos van al gimnasio más caro del barrio "porque ahí va gente más selecta"
Pagamos más por un café con logo guay
Y sí, algunos culos solo se sientan en MINI
Este viernes te explico exactamente por qué hacemos estas cosas.
Y mejor aún:
Cómo usar estos impulsos primitivos para vender más.
(Spoiler: es más fácil de lo que parece)
—Javi
P.D.: Y sí, si trabajas en Inditex y tienes un MINI, tranquila. Tu culo es libre de sentarse donde quiera 😉