Hey,
¿Te has fijado que todos odiamos a los vendedores pesados?
Ya sabes:
El de la compañía telefónica que te llama a la hora de la siesta
El comercial de la ONG que te persigue por la calle
El pesado de los cuchillos que no te deja cerrar la puerta
Y aquí viene lo gracioso:
Cuando empezamos a vender online, nos convertimos exactamente en eso que odiamos.
O peor aún:
Nos da tanto miedo parecer vendedores pesados que no vendemos una mierda.
Es como una maldición:
Si vendes mucho → Eres un pesado
Si no vendes → No comes
Si das todo gratis → Te mueres de hambre siendo "auténtico"
"Vale Javi, gracias por deprimirme un lunes. ¿Hay solución o me hago funcionario?"
La hay.
De hecho, el otro día vi algo curioso:
Entré en El Corte Inglés a comprar calcetines (sí, soy así de salvaje) y me fijé en algo:
Los vendedores de perfumes te asaltan nada más entrar.
Pero los de la sección de lujo... ni te miran.
¿Por qué?
Porque saben que cuanto más caro es algo, menos tienes que parecer que lo vendes.
Y ahí está el secreto:
No se trata de vender más o menos.
Se trata de hacerlo de forma que la gente quiera comprarte.
El viernes te cuento exactamente cómo.
Pero te adelanto algo:
Es una fórmula tan simple que hasta Vinicius la entendería.
Te permite vender sin parecer vendedor.
Dar valor sin regalar la casa.
Y convertir extraños en compradores sin ser un comercial de Jazztel.
—Javi
P.D.: Este viernes, pero solo si estás dentro.